Si está en Duelo

Si tienes a tu lado a una persona que está en duelo, necesitas saber que esa persona se encuentra sumida en un proceso doloroso. Se encuentra en una situación de la que, quizás, nadie le ha hablado y para la que nadie le ha preparado. Esta situación puede ser como una herida abierta, una brecha de realidad, un abismo sin fondo por el que esa persona se precipita, y en el que no encuentra paredes para agarrarse y frenar la caída. Pero también ese puede ser un momento de incertidumbre, de tambaleo, de desequilibrio, de darse cuenta, de comprensión, de cambio y trasformación.

 

Si está en duelo, la persona que tienes a tu lado, necesita su espacio, su tiempo para poder enfocarse y poder comenzar a recorrer ese camino del dolor, ese bosque lleno de oscuridad al principio y de espinos que le irán desgarrando sus vestimentas hasta que, al final, salga al claro completamente desnuda de ropas antiguas y con planteamientos nuevos y trasformados.

Si esa persona está en duelo, tú que lo acompañas necesitas saber que las prisas para recorrer el camino del dolor no la ayudan en absoluto. Más bien crean problemas y estancamientos. Si está en duelo quizás necesita que le escuchen. Solo que le escuchen. Eso quiere decir que no estas tú para hablar, para aconsejar, para valorar o enjuiciar su dolor. Tú estás para sintonizar con ese dolor que, muchas veces, va acompañado de enfados o tristezas. Que va es acompañado de miedos o esperanzas. Que va acompañado por incertidumbres sobre un futuro nuevo y enganches y aferramientos a un pasado que ya solo vive en el recuerdo. Un pasado que se revive una y otra vez y que solo necesita que se le dé cabida y espacio en el presente para poder ser integrado. Un pasado, una vivencia dolorosa, que ha dejado huella en el cuerpo y en la mente. Un pasado que le ha marcado a nivel corporal (somático), a nivel de creencias y pensamientos, a nivel de comportamientos y a nivel de emociones y de sentimientos.

 

Si está en duelo necesita que tú, que eres la persona que le acompaña te des cuenta de las necesidades que tiene como ser doliente y que, a la vez, te des cuenta también de tus propios miedos e impaciencias. Si está en duelo, le sobran las frases hechas, frases que muchas veces se repiten sin apenas entender el daño que le pueden producir. Frases como: Bueno, te ha pasado en una edad muy temprana, eres joven y puedes casarte de nuevo. Eres joven y puedes tener otro hijo. Ya no sufre, mejor ahora que después... ¿Cómo ha ocurrido? ¿Cómo pasó? ¡Solo era un animal! ¡Ya lo superarás!… frases que no ayudan al doliente y que, quizás, sería interesante saber por qué se dicen.

 

Si está en duelo, tu escucha y darte el permiso de impactarte ante lo que esa persona te cuenta y te dice le ayudará a sentirse acompañada y a permitirse avanzar a través del dolor. Si está en duelo, tu presencia se convierte en un ancla que le hace estar en el presente cuando la escucha es de corazón a corazón. Le hace sentirse a sí misma y salir del mundo de los pensamientos para dar espacio al dolor físico y emocional y, con consciencia y tiempo, poder encontrar significados.

 

Si está en duelo, la mera presencia silenciosa, el sencillo abrazo de corazón a corazón, la mirada empática y comprensiva, la cercanía amorosa, en definitiva, el silencio, hace mucho más que frases continuas que lo único que hacen es reflejar el nerviosismo ante 2 el dolor ajeno. El silencio junto con la presencia física es la manera que los seres sintientes tenemos para ayudarnos entre nosotros a pasar los momentos de cambio en nuestras vidas. Pero cuando hablamos de silencio no estamos hablando de no permitirnos expresar emociones. El silencio es la falta de juicios, la falta de querer entender todo a través de la razón. Es la ausencia de lucha y de querer escapar de lo que estamos viviendo, de querer que las cosas sean diferentes a lo que son en el momento actual. El silencio es permitir, aceptar y adaptarnos al momento presente. En definitiva, cuando estamos en silencio junto con una persona doliente estamos sin enjuiciar, sin pretender nada salvo estar y ser con ella. Es ese ser y estar. Nada más. No hay otro sitio donde estar sino aquí contigo.

 

Si está en duelo, ¡olvídate de todo lo que te han dicho! Olvídate de las normas que dicen que el duelo dura tanto tiempo. Olvídate de que todos somos iguales ante el dolor. Olvídate de lo que debería hacer o dejar de hacer. Es el momento de acompañar. Solo si vemos que el doliente, la persona a la que acompañas, no se está cuidando; es el momento de que pidas ayuda. Mientras dale espacio, cuídale, estate, permítele y permítete. Si está en duelo, debes de saber que es un proceso en el cual la oruga está dando paso a la mariposa. Es el momento de crisis que hará que la persona que tienes a tu lado cambie y se adapte a una nueva situación a veces de manera radical y otras apenas perceptible. Si a tu lado tienes a una persona en duelo a la que amas te informo que, tú, estás en duelo. Sí, es necesario que permitas que la persona cambie. Es necesario que permitas que sea diferente a la persona que conociste en las anteriores circunstancias. Es necesario permitirte pasar por el proceso de soltar ideas y situaciones…ya el pasado no volverá y la persona que está a tu lado ya no será la misma. Estar y ser acompañando a una persona en duelo hace que, tú, vivas también tu propio duelo y observar como esa persona suelta patrones y formas de vida hace que tú también te replantees los tuyos. En realidad, te ayuda a ti a ver la vida en toda su dimensión…y tú también te transformas. 

 

 Iñaki Pérez de Arrilucea Echarri

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