Si estás en Duelo


SI ESTÁS EN DUELO…

Si estás en duelo, estás inmerso en un proceso doloroso del cual posiblemente no veas su final, incluso no entiendas lo que estás pasando.

Si estás en duelo quizás tu mente no pueda separarse del momento en el que se produjo el hecho que lo desencadenó: te llamaron dándote la noticia, el médico te habló claramente de la enfermedad dándote el diagnóstico e incluso el pronóstico... Ese momento se repite una y otra vez.

Si estás en duelo puede que estés viendo todo como en una película, en la que te da la impresión de que eres como un observador y de que en cualquier momento esta acabará y será lo de antes, vivirás como antes y con el ser amado. Quizás, cada vez que te despiertas por la mañana esperas ver que era un sueño y al ver que no es así, la realidad se hace increíblemente dolorosa. Quizás una parte de tu mente te dice que sí, que ha pasado, pero… hay otra parte de ella que te dice que no puede ser, que no es verdad… ¡no puede ser verdad! Si estás en duelo, quizás tengas dolores de estómago, dolor en el pecho, te falte el aire… Quizás el corazón te vaya a mil o no consiga mantener un ritmo equilibrado. Quizás no puedas comer nada o no pares de comer. Tal vez no puedas dormir y las noches se llenen del vacío de su ausencia. Quizás no quieras salir de casa o puede que no quieras entrar en ella. Quizás quieras hacer cualquier cosa para no sentir este dolor tan intenso que desgarra tu interior. Quizás sientas un vacío tan profundo del que no ves el final y sientas que no puedes llenarlo de ninguna de las maneras. Si estás en duelo, quizás estés enfadado con alguien en concreto: con los médicos; con los que le atendieron o con los que no, quizás con qué o con quién provocó su muerte. Quizás estés enfadado con él, con ella, tal vez con el gobierno... Quizás estés enfadado contigo o con la vida, con el universo o con Dios.

Si estás en duelo, quizás hagas obras en casa, cambies totalmente los lugares que habéis compartido, o por el contrario, mantengas todo como si nada hubiera pasado, dando la sensación de que todo se ha detenido en el tiempo, sin mover ni tocar nada. Quizás su habitación se quede momificada o la cambies por completo.

Si estás en duelo, quizás llenes la casa de fotografías del ser amado, quizás conviertas parte de la casa en una zona de recuerdo o a lo mejor la casa entera. Si estás en duelo, quizás las cenizas las mantengas en un sitio especial de la casa, quizás en tu o su habitación, quizás en el salón, o puede que tengas las cenizas escondidas y hayas eliminado todas las fotos de tu ser amado. Quizás, si estás en duelo, sientas un gran dolor cada vez que ves parejas en la calle, familias con niños, personas de la misma edad de tu ser querido… cada vez que eso ocurre te preguntas porqué ellos sí y tú no. Tantos porqués se plantean en esos momentos… Si estás en duelo, quizás el mero hecho de ver una mujer embarazada, de oír el lloro de un bebé, de ver a unos padres sonrientes con el cochecito, de pasar por delante de una tienda de ropa de bebés… te recuerde esos momentos en los que se produjo tu desgarradora pérdida, muchas veces poco comprendida. 

Si estás en duelo, quizás cada vez que ves un perro de la misma raza o parecida a la del tuyo… tu dolor se despliegue silencioso y de una manera cruel, sin capacidad de compartirlo con las demás personas que te rodean… ¡Solo es un perro! ¡Cuánta crueldad hay en esa afirmación! Si estás en duelo, quizás estes yendo al cementerio cada día o cada semana. Quizás no puedas ni pensar en ir, ya que la sola idea te martiriza y no soportas ni pensarlo.

Si estás en duelo, quizás estás todo el día llorando, quizás no puedes parar de pensar en los últimos momentos con el ser amado. Quizás te imaginas constantemente sus últimos momentos y cómo fueron.

Si estás en duelo, quizás estés recordando lo injusto de su muerte y brote en ti el enfado. Quizás estes pensando y sintiendo culpa por algún motivo relacionado con su fallecimiento o culpa por algo que piensas que podías haber hecho y no hiciste, culpa por algo que podrías haberle dicho y no le dijiste o tal vez por algo que le dijiste antes de su fallecimiento. Quizás te sientas culpable por seguir tu vida y empezar a disfrutar de ella, culpable por darte cuenta de que cada vez tus pensamientos no están tanto con el dolor y están más con la vida que se te despliega y se trasforma.

Si estás en duelo, quizás los pensamientos están galopando constantemente y tu mente rumia sin cesar por múltiples motivos que tienen que ver con las circunstancias de su muerte o con lo que no pudiste hacer, con lo que no podrá vivir o no podréis vivir juntos.

Si estás en duelo, quizás te estes planteando el cómo no te diste cuenta de lo mal que estaba, ¿cómo no supiste coger otro camino para ayudarle?, ¿cómo es posible que no te pidiera ayuda?, ¿cómo pudo hacer eso y de esa manera tan dura? ¿Cómo lo tuvo que estar pasando para hacer eso? ¿Cómo es posible que no pensara en el sufrimiento de los que nos quedamos? Quizás te estés haciendo tantas preguntas… Si estás en duelo, quizás estes sintiendo su falta y cómo ya no puedes sentir lo que sentías cuando el ser amado estaba junto a ti. Quizás estes sintiendo como una parte de ti se ha ido con el ser amado y un espacio horriblemente vacío queda en su lugar. Si estás en duelo quizás…tantas cosas quizás…

Si estás en duelo estás en un proceso doloroso que pasarás en la medida en la que te des cariño y compasión, pasará en la medida en la que dejes espacio al dolor y le facilites su expresión. Pasará cuando tengas momentos de conexión en los que el permiso de expresar tu dolor esté garantizado por ti (y por los demás) y otros momentos de desconexión en los que puedas descansar de ese dolor. Pasará en la medida en la que los amigos referenciales que te rodean te permitan vivir el dolor y no intervengan bloqueándolo. Pasará si te das y te dan permiso a transitar ese camino de dolor durante el tiempo que necesites. En la medida en la que estén ahí para ti, si es necesario, en silencio y cuidándote y acompañándote en el proceso.

Entonces… es importante saber que la autocompasión y la bondad amorosa, nos van a ayudar a transitar por este camino de dolor. La compasión es este sentir y hacer por un buen amigo al que amas. Es este rodearle de cariño y de escucha amorosa, permitiéndole que llore en tu hombro y que sienta la cercanía de tu corazón, ayudándole y animándole en los momentos más angustiosos y dolorosos, dando espacio para que se exprese desde su enfado, su rabia, su miedo, su angustia y su profunda tristeza. La autocompasión es la misma dinámica aplicada a uno mismo. La bondad amorosa es desear todo lo bueno para ese buen amigo o amiga. Necesitamos darnos compasión y bondad amorosa, una escucha cariñosa junto con un permiso y un espacio amoroso para el dolor.

El duelo es el espacio que recorremos cuando nuestra realidad se ha quebrado y una brecha se ha instalado en ella. Un espacio doloroso al que entramos sin que nadie nos haya enseñado a recorrerlo. Somos nuevos en ello y vamos aprendiendo en la medida en la que lo recorremos.

Si estás en duelo, es el momento de cuidarte y darte un tiempo para superar tu sufrimiento y permitir tu dolor. Es el momento de descubrir el significado de todo esto recorriendo el camino.

 

Iñaki Pérez de Arrilucea Echarri

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